Solidaridad con Fischer

Nelson

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“Somos una familia” – Lema de la FIDE

Mucho se ha escrito en estos días sobre la detención del ex-Campeón Mundial de Ajedrez, Robert Fischer, en el aeropuerto japonés de Narita cuando intentaba tomar un vuelo hacia Manila, Filipinas. Cables de agencias internacionales de prensa resaltan la noticia por diferentes vías de comunicación. Asimismo, numerosas páginas de Ajedrez del ciberespacio también se hacen eco de la sorprendente noticia.

Sin embargo, aprecio que sólo se ha tomado el asunto desde un punto de vista propagandístico y sensacionalista, sin abarcar un enfoque serio de un problema que afecta a un extraordinario jugador de Ajedrez, que en estos momentos merece el apoyo de los ajedrecistas de cualquier rincón del mundo.
¿Y por qué ese merecimiento cuestionarán muchos lectores?  Es que el polémico Gran Maestro norteamericano representó una Era en la Evolución del Ajedrez no sólo por sus grandes hazañas frente al tablero, sino también por su favorable proceder para convertir al Ajedrez un deporte más y mejor conocido a nivel mundial y  por su actitud de hacer comprender que el Juego Ciencia merecía mejor atención por parte de la prensa, gobiernos y patrocinadores. Fischer fue el  abanderado de conseguir que el Ajedrez se  interpretara no como un simple juego, sino como una importante actividad deportiva e intelectual que merecía honorarios similares al del Tenis, el Boxeo y otros deportes bien cotizados internacionalmente. Nadie como él, popularizó el Ajedrez con su talento y excentricidades.
Fischer analizando su partida con Spassky en la Olimpíada
de La Habana. Presentes Tal y Polugaesvky
Es cierto que Fischer ha sido contestatario y en ocasiones ha asumido posiciones ideológicamente discutibles. Pero el sol también tiene sus manchas y sin embargo, éstas son insignificantes con respecto a la luz que nos alumbra y al calor que nos regala. El mundo conoce y admira a Fischer por su condición de ser un excepcional ajedrecista, no por su personalidad rebelde.
El Ajedrez de hoy no sería ni remotamente el mismo si no hubiera existido Robert Fischer. Sus valiosos aportes al desarrollo de la Teoría y la Práctica del Ajedrez, su lucha por la conquista de una adecuada y justa retribución monetaria a los ajedrecistas por su desempeño en los Torneos, así como su contribución a la expansión propagandística del Juego -por diferentes vías, incluso con algunas excentricidades propicias a la crítica- le garantizaron al brillante jugador un lugar privilegiado en la Historia del Ajedrez. 
Al apoyar a Fischer en estos momentos, estamos devolviéndole todo lo que el hizo por el Ajedrez, es gratificarle todo lo que el Ajedrez le debe a él. Por lo tanto, nosotros los ajedrecistas debemos expresar por todas las vías posibles nuestra solidaridad y cooperar en la búsqueda de una solución factible para su situación, donde la amenaza de la deportación hacia su país natal y la posibilidad de ser juzgado con una pena del alrededor de 10 años de cárcel está latente.

Ningún cable informa acerca de la posición oficial de la Federación Internacional de Ajedrez –FIDE- ante esta inusual situación. Fischer es el Campeón Mundial número 11 de la Historia Moderna del Ajedrez y estimo que es un deber de la máxima Institución del Ajedrez mundial manifestarse a favor una solución positiva para una personalidad ajedrecística del nivel del norteamericano, que por demás tiene 61 años y afronta problemas de salud.

Conocemos de la rigurosidad de las Leyes norteamericanas, donde un Sistema Legislativo sólido e independiente, es capaz de juzgar Presidentes y hacer cumplir las mismas con determinada severidad.  Eso ha contribuido entre otros factores, a convertir a los Estados Unidos en la máxima potencia económica, política y social de la Historia.
Fischer – Spassky, Islandia 1972

Sin embargo, Robert Fischer también contribuyó a la grandeza del Imperio Norteamericano. Su victoria en 1972 ante el soviético Boris Spasski en pleno auge de la Guerra Fría devolvió al pueblo estadounidense en parte, la confianza perdida por las dificultades militares de entonces en la guerra de Vietnam. Fischer puso un grano de arena en el levantamiento de la moral de su país con la conquista del Campeonato Mundial ante un representante del enemigo comunista.

La violación de las Leyes norteamericanas por parte de Fischer al jugar en Yugoslavia en 1992 durante el embargo a ese país, ya cumple 12 años.  Eso constituye tal vez un atenuante importante, pero no definitivo.

Fischer – Spassky, Belgrado 1992
Sumar los factores positivos de la carrera deportiva de Fischer, que desde niño llamó la atención por su talento y facilidad para jugar Ajedrez, sus aportes al desarrollo del Ajedrez Universal y al propio movimiento deportivo norteamericano, constituyen elementos positivos pero no decisivos para evitar su posible enjuiciamiento. Por eso es necesaria la gestión y el apoyo moral y efectivo del mundo del Ajedrez -encabezado por la FIDE-  para buscar vías de entendimiento con el objetivo final de evitar que Fischer sea condenado.
Si al fin Fischer es deportado de Japón hacia Estados Unidos, los ajedrecistas no debemos quedarnos con los brazos cruzados esperando la condena; al contrario, debemos hacer valer la solidaridad del  Mundo del Ajedrez para con uno de sus máximos representantes de toda su Historia -sino el más-  el legendario Robert “Bobby” Fischer.

¿Acaso el lema de la FIDE no es Somos una Familia? Es un deber pues, cumplir con ese principio.

Nelson Pinal Borges, MI
Santo Domingo, 25/07/04  

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