Apuntes biográficos de un gran campeón (Incluye colección de fotos)

Nelson Pinal Borges

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 «El Ajedrez es algo más que un juego; es una diversión intelectual que tiene algo de Arte y mucho de Ciencia. Es además, un medio de acercamiento social e intelectual» (J. R. Capablanca)
José Raúl Capablanca Graupera nació el 19 de Noviembre de 1888 en La Habana; hijo de un oficial del ejército español llamado José María Capablanca Fernández y de la señora María Graupera.
Padre y Capablanca niño

Desde niño se hizo famoso por la rapidez y facilidad con que aprendió a jugar Ajedrez ‑alrededor de los 4 años de edad‑ observando las partidas que su padre jugaba con amistades que frecuentaban la casa.

Al terminar los estudios primarios en 1900, comienza a asis­tir al Club de Ajedrez de La Habana donde se enfrenta a los más destacados jugadores del país. En ese año se hace campeón de Cuba al derrotar en un match al maestro Juan Corzo.

 
Capablanca en el Club de Ajedrez de La Habana en 1903
En 1904 se traslada a los Estados Unidos para cursar una carrera universitaria, ocasión que aprovecha el joven Capa­blanca para visitar periódicamente el famoso Club de Ajedrez de Manhattan en Nueva York, donde da muestra de su genialidad al vencer a fuertes jugadores. Un año después vence al enton­ces Campeón del mundo Emanuel Lasker en un Torneo Rápido, donde además se adjudica el primer lugar.
Posteriormente, y con el estímulo de esa actuación, comienza a dedicarse seriamente al estudio del Juego Ciencia. Juega numerosas partidas en una extensa gira que realiza por los Estados Unidos y en la que causa gran sensación por sus victorias frente a los campeones de muchos Estados. En total jugó alrededor de 700 partidas de las cuales sólo perdió una docena.
Padre y Capablanca joven

Los éxitos alcanzados hasta ese momento le facilitan concer­tar un match con el Campeón norteamericano Frank J. Marshall, a quien venció 8 x 1 y con 14 empates. Esta contundente victoria, a la vez que le daba renombre internacional, le abría el camino hacia planos superiores.

En 1911 recibe la invitación para jugar en el Torneo de San Sebastián, España, donde se impone a jugadores de la talla de Rubinstein, Ninzowisch, Spielmann, Marshall, Janosvki, Tarrasch, etc. Capablanca se convierte en el niño mimado del Ajedrez universal, siendo inmensa la admiración que causaba en cada país que visitaba; ya era el favorito del público.

Después de San Sebastián, Capablanca brindó sesiones de simultáneas en varias ciudades de Europa y realizó su primera visita a Moscú. Estando en Viena lanzó un reto a Lasker, que éste rechazó, imponiendo condiciones inaceptables para la celebración de un match por el título mundial.

En 1912 regresa a Cuba y tras una breve estancia parte para Argentina y Uruguay donde brinda varias series de simultáneas y otras exhibiciones. Un año más tarde triunfó en el Torneo Internacional de Nueva York.

Posteriormente interviene en el Torneo de San Petersburgo en 1914 y finaliza a medio punto del vencedor, el Campeón del Mundo Emanuel Lasker, con lo que demostró que era un seguro retador a la corona.

Antes de marcharse de Europa, Capablanca sostuvo un match de partidas rápidas con Lasker, al cual derrotó y que dejó tan maravillado al alemán que éste le dijo: es notable, usted no comete errores.

Emanuel Lasker, Campeón Mundial 1894-1921

Durante algunos años las lides ajedrecísticas se ven inte­rrumpidas por la Primera Guerra Mundial, las que se reanuda­ron en 1919 con el Torneo de Hastings. Capablanca triunfó holgadamente, lo que reafirmó su condición de candidato lógi­co para un match por el campeonato mundial.

Después de múltiples gestiones realizadas por el Club de Ajedrez de La Habana, se establecieron las condiciones para comenzar el match con Lasker en marzo de 1921.

El resultado del encuentro fue favorable a nuestro compatrio­ta 4 x 0 y 10 tablas, lo que le permitió ser proclamado Campeón Mundial. Este récord como retador no ha sido igualado hasta el momento por otro jugador.

Por primera vez después de la obtención de la corona, Capa­blanca participa en el Torneo de Westminster, en Londres 1922. Su presencia allí lo convirtió en la figura preciada por todos. Se enfrentó con lo mejor del Ajedrez mundial: Alekhine, Maroczy, Vidmar, Reti y Euwe, entre otros

Capablanca y su esposa Gloria Simoni

Capablanca, haciendo honor a su título, gana el primer lugar invicto dando una prueba más de la superioridad que ejercía sobre el resto de los ajedrecistas, hasta el punto de ser considerado como invencible.

Luego de su victoria en el Torneo, Capablanca le propuso al mundo del Ajedrez un proyecto de reglas encaminadas a regir los futuros campeonatos del mundo.

En 1924 interviene en el Torneo de Nueva York, donde se opone tablero por medio a Lasker, Alekhine, Reti, Bojoljubow, etc. Su inclusión en este torneo fue a última hora, pues Capablan­ca padecía de un serio acceso de gripe que lo mantuvo afecta­do durante las primeras rondas. Sin embargo, terminó el Torneo con 12,5 puntos en las últimas 15 partidas y finalizó en segundo lugar. Perdió su partida con Reti después de varios años de mantenerse invicto; la «máquina de jugar ajedrez», como se le conocía entonces, comenzó a ser conside­rada vulnerable.

En 1925 participa en el primer Torneo Internacional de Moscú, quedando en tercer lugar entre 21 jugadores, superado por Bojoljubow y Lasker. Los amantes de Ajedrez se preguntaban si era posible que el Campeón Mundial, todavía joven, estuviera en decadencia.

Sin embargo, la presencia del cubano en este torneo ‑primero jugado en un país socialista‑ jugó un papel significativo en la ruptura del bloqueo cultural y deportivo ejercido por las grandes potencias capitalistas sobre el naciente Estado so­cialista. Durante su estancia, Capablanca estableció estrecha amistad con artistas, literatos y poetas soviéticos, lo que evidencia su actitud personal como ajedrecista amigo de la Unión Soviética.

En 1927 Capablanca ganó un fuerte torneo en Nueva York en el cual figuraban Ninzowisch, Alekhine, Vidmar y Marshall, entre otros; en 20 partidas resultó invicto y aventajó en 2,5 puntos a Alekhine, ocupante del segundo lugar. Esta actuación contribuyó a que el cubano en un exceso de confianza, bajara la guardia y cayera derrotado por Alekhine en el match por el Campeonato del Mundo celebrado en Buenos Aires ese mismo año.

Para ese encuentro Alekhine se había preparado concienzuda­mente y llegó al mismo en inmejorable forma, especialmente en la teoría de las aperturas.

Juego y planillas del match Capablanca-Alekhine
Buenos Aires 1927

Capablanca, sin embargo, venía confiado además por su exitosa gira por el Brasil y sin una preparación adecuada, sobrevalo­rando sus fuerzas, cometió el error de subestimar a su peli­groso rival.

Después de celebradas algunas partidas, se hizo evidente que el cubano no se encontraba en su mejor forma deportiva y que por lo tanto, Alekhine tenía reales posibilidades de ganar el match. Capablanca, por su parte dejó escapar fáciles victo­rias en algunas partidas y perdió totalmente la fe en si mismo, lo que incidió en la victoria final de Alekhine con resultado de 6 x 3 y 18 tablas

Dr. Alexander Alekhine Campeón Mundial   
      
Aunque inmediatamente después de su derrota Capablanca mani­festó su deseo de tener una revancha, Alekhine rehusó el encuentro y jamás dio muestras de querer un nuevo enfrenta­miento con el cubano.
                                   Capablanca en una cena con amistades
Como ex‑campeón, Capablanca siguió brillando, añadiendo nue­vos lauros a su extraordinaria carrera. Obtuvo el primer lugar en Berlín‑1928, Budapest‑1928 y 1929, Ramsgate‑1929,  Barcelona‑1929, Hastings‑1929‑30 y Nueva York‑1931. Ganó también el Torneo Internacional de Moscú de 1936, delante de Botvinnik, Flor, Lasker, Lowenfisch y otros.
Capablanca, Margate 1935
Asimismo, venció en Nottingham‑1936 delante del entonces campeón del mundo M. Euwe, Alekhine, Lasker, Fine, Reshewsky, Flohr, Bogoljuvow, Vidmar y Tartakower, entre otros. Fue en este torneo donde Capablanca y Alekhine se enfrentaron por primera vez desde el match de Buenos Aires, aprovechando el cubano para derrotarlo en una trascendental partida.
Capablanca y Alekhine en AVRO 1938
El torneo de Nottingham fue un gran triunfo de Capablanca, que entonces era considerado por los especialistas como el candidato de mayores posibilidades para vencer al Campeón Mundial. Pero no se le concedió esa oportunidad, tuvo que seguir esperando y los años fueron pasando.
En 1939 en ocasión de celebrarse en Buenos Aires la Olimpiada Mundial de Ajedrez, Capablanca con 51 años de edad, ocupó el primer tablero de la representación cubana, capitaneando el equipo nacional. Este evento fue un hermoso epílogo de su carrera ajedrecística; invicto, con 7 victorias y 9 tablas, consiguió el premio del mejor primer tablero, aventajando a Alekhine, Petrov, Eliskases, Keres, Tartakower y Mikenas, entre otros.
Recorte del periódico en Buenos Aires durante
la Olimpíada Mundial de 1939
Quizás fue la mayor ovación de su vida la que recibió Capa­blanca en el acto de clausura de la Olimpiada; de pié en el escenario y de cara al público saludaba sonriente. Los pro­longados aplausos de los ajedrecistas ‑aunque Alekhine furio­so, salió del salón‑ constituían el mejor reconocimiento de su genio y su maestría ajedrecística.
Capablanca vs Vassaux, Olimpíada Buenos Aires 1939
El 7 de marzo de 1942 alrededor de las 9 de la noche, encon­trándose en el Club de Ajedrez de Manhattan en Nueva York y presenciando una partida entre aficionados, Capablanca, de muy buen humor comentaba las jugadas que se realizaban en el tablero. De repente, sorprendiendo a los que le rodeaban, se puso de pié exclamando: «¡Ayúdenme a quitar el abrigo!…».  Sus ojos se tornaron vidriosos y se desplomó en brazos de los presentes. Trasladado momentos después al Hospital Mount Sinaí, llegó al mismo en estado de coma, falleciendo al amanecer del día 8. La causa directa de su muerte fue una hemorragia cerebral.
Cadáver de Capablanca
No hubo periódico en el mundo que no publicara un comentario sobre su muerte. Han pasado muchos años, pero su leyenda se mantiene viva.
La leyenda Capablanca en publicaciones y folletos
Su obra no se ciñó a sus enfrentamientos en el tablero; considerado más un práctico que un teórico, dejó sin embargo valiosos manuales escritos para la enseñanza y la práctica del Ajedrez, introduciendo en ellos criterios y concepciones que aún se mantienen vigentes.
«Yo se a simple vista cómo ha de tratarse una posición. lo que le puede ocurrir, lo que va a suceder; otros hacen ensa­yos, pero yo, yo se». Estas palabras de Capablanca definen claramente lo sencillo que le resultaba adentrarse en el complejo mundo de la técnica ajedrecística. Su talento, en­marcado por una intuición extraordinaria que le permitía orientarse con facilidad en cualquier posición, era lo que le distinguía de los demás maestros.
Sobre postal en homenaje al gran Campeón
El mejor juicio sobre este ajedrecista de tan fabulosa histo­ria, lo emitió precisamente su gran rival A. Alekhine, quien al conocer su muerte dijo: «nunca antes hubo ni volverá a existir un genio igual».
Capablanca en la portada de TIME
 Capablanca fue un talento excepcional que dio a Cuba laureles imperecederos e históricos y que supo impo­nerse además, a la apatía y la represalia gubernamental de su época. El gobierno de turno, así como las clases dominantes fueron incapaces de ofrecer la ayuda monetaria necesaria para poder reunir los fondos para la celebración de la revancha por el campeonato mundial.
 

Carta de Capablanca al gobierno cubano solicitándo
fondos para una posible revancha con Alekhine en 1939
Después de 1959 se organizó la práctica masiva del Ajedrez, que ha permitido que Cuba cuente con un valioso grupo de jugadores de  reconocido prestigio internacional y de miles de aficionados, los cuales, han hecho germinar en todos los rincones del país, la semilla sembrada por José Raúl Capablanca.
Tumba de Capablanca en el Cementerio
Colón en La Habana

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