Cultura ajedrecística – La influencia de Morphy en Capablanca

Nelson

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«Morphy es el mejor jugador de todos los tiempos. Derrotó a todos en Europa y regresó a Nueva Orleans donde murió de pena y aburrimiento» (Bobby Fischer)

José Raúl Capablanca fue un genio del Ajedrez y como tal, poseedor de una capacidad intelectual extraordinaria que le facultó crear  maravillosas situaciones en el mundo de las 64 casillas; Sin embargo, es indudable que su personalidad ajedrecística estuvo influenciada por Maestros que le antecedieron.

Las condiciones para el desarrollo del talento ajedrecístico de Capablanca eran excelentes ya que su padre y tío jugaban Ajedrez y el ambiente ajedrecístico en La Habana desde 1860 era bueno, sobre todo después de las visitas de Morphy en 1862 y 1864, los matches por el Campeonato mundial entre W. Steinitz y M. Chigorin en 1889 y 1892 y la simultánea a la ciega ofrecida por Harry Nelson Pillsbury frente a 16 jugadores en 1899, que el propio Capablanca pudo observar y según sus propias palabras «eso fue lo que encendió mi interés por el Ajedrez»

El talento existía en el joven Capablanca, las circunstancias para su superación eran propicias y la carrera ajedrecística de Pablo Morphy (aunque ya finalizada ante su muerte en 1884) era bien conocida a través de diferentes autores; Quedaba pendiente asimilar los aportes del norteamericano al Ajedrez. ¿Y quién mejor que Capablanca para interpretar y llevar a la práctica las concepciones de Morphy?

Indudablemente se puede afirmar sin temor a equivocarnos, que uno de los jugadores que más influyó en la formación de la personalidad ajedrecística del gran campeón cubano fue el genial jugador norteamericano.

Nadie como Capablanca supo apreciar el fino estilo de Morphy, su sencillez y su alto concepto del juego posicional. En un artículo publicado por el genio cubano en el año 1926, se refería al juego del norteamericano de la siguiente forma:

«Morphy fue un gran estilista. En la apertura pugnó por desarrollar todas las piezas rápidamente; desarrollarlas y ponerlas velozmente en acción era su idea. En este sentido, desde el punto de vista del estilo era completamente correcto. En su tiempo, la cuestión «posición» no era propiamente comprendida, excepto por él mismo. Esto le aportó como consecuencia enormes ventajas, por lo cual no merece sino elogios.

Pudiera decirse de Morphy que fue el precursor del desarrollo en la fase del juego que es la apertura. Hizo un estudio especial de éstas, con tanto éxito, que en muchas de sus partidas, después de seis jugadas sus adversarios estaban en posición inferior. También ésto es digno de elogio, ya que en aquellos tiempos se disponía de escasos elementos para guiarse.

Los jugadores de la época de Morphy pensaban que los ataques violentos contra el Rey y otras combinaciones de ese género, eran las únicas cosas de considerar. Puede afirmarse que sus contemporáneos empezaban la partida haciendo combinaciones desde la primera jugada, sin prestar suficiente atención al desarrollo, cosa en la cual Morphy era sumamente cuidadoso.

Su estilo era sencillo y directo, sin rebuscamientos y aunque no buscaba complicaciones tampoco las eludía, lo que constituye la verdadera manera de jugar. Era además buen finalista y demostró ser hábil en la defensa de posiciones difíciles. Su poder de combinación bastaba completamente para las cosas que emprendía, pero eso no fue, como piensan la mayor parte de los jugadores de hoy en día, el más grande activo de su repertorio. Este activo lo constituía su estilo, que hasta allá donde pudo ser juzgado, era perfecto.

Muy a menudo se oye decir que Morphy ha sido el jugador más fuerte que ha existido en el mundo. A mi juicio esas aseveraciones son absurdas, pues no sólo carecen de fundamento, sino que son desde todo punto de vista imposible probarlas.

Sólo se podrían hacer comparaciones basadas en el resultado de sus matches y de acuerdo con la calidad de sus adversarios. Si hicierámos esas comparaciones, el resultado sería desastroso para las aseveraciones de los admiradores del Gran Maestro norteamericano.

De ningún modo debe pensarse que deseamos rebajar en lo más mínimo la labor del ilustre jugador americano. En este artículo sólo tenemos que ver con hechos y opiniones bien fundamentadas, no con fantasías de la imaginación ni con errores generalmente producidos por la ignorancia o la liviandad. Morphy no sólo fue ampliamente el jugador más fuerte de su época, sino que además fue un creador en el Ajedrez y el prototipo de lo que podría llamarse el estilo perfecto.

En cuanto al resultado de las contiendas, hay varias cosas que considerar. Hay una sobre todo, escasamente conocida; me refiero al hecho de que el Gran Maestro norteamericano nunca jugaba las partidas sueltas por divertirse, sino que cada vez que jugaba, ponía en la partida todo lo que sabía, es decir, que para él, cualquier partida que jugaba asumía en seguida, por así decirlo, las proporciones de una partida de match.

A Morphy sólo debe juzgársele por sus grandes matches, especialmente contra Andersen y Harwitz. Una simple relectura de las partidas de esos dos matches demostrará que apenas hubo en ellos alguna que otra combinación de las llamadas brillantes.

En contra de la creencia general, producto de la ignorancia, la fuerza principal de Morphy no estaba en su poder de combinación, sino en su juego de posición y en su estilo general. La verdad es que sólo se pueden hacer combinaciones  cuando la posición lo permite.

La mayor parte de las partidas de los matches jugados contra Andersen y Harwitz, las ganó Morphy de una manera directa y sencilla y es en ese proceder sencillo y lógico que radica la verdadera belleza de su juego, contemplado desde el punto de vista de los Grandes Maestros.

En cuanto a la afirmación a menudo  repetida por gran número de sus admiradores, quienes creen que Morphy les ganaría a todos los jugadores de hoy, no tiene, como ya hemos dicho, fundamento de peso. Por el contrario, si Morphy resucitara y jugase inmediatamente con sólo los conocimientos de su época, sería con toda seguridad vencido por muchos de los maestros actuales. Sin embargo es lógico suponer que pronto estaría a la altura necesaria para competir con los mejores, pero hasta donde tendría éxito no hay manera alguna de averiguarlo»

Como se aprecia en este artículo, escrito por Capablanca cuando era Campeón del Mundo, queda claramente comprobada la simpatía que sentía el cubano por el estilo y la personalidad ajedrecística de Morphy, al cual consideraba como prototipo del jugador ideal.

Señala muy claramente las características del juego de Morphy, sobre todo su excelente capacidad para jugar las aperturas, teniendo en cuenta que comprendía mejor que nadie en esa época la importancia del desarrollo rápido de las piezas en esta fase del juego.

Por otra parte, Capablanca deja perfectamente aclarado, y  en ésto coincide con el criterio expresado por W. Steinitz, que la principal virtud del juego de Morphy era su fino concepto del juego posicional y no su poder combinativo como estimaban sus seguidores.

Llama la atención además, la referencia que hace Capablanca en cuanto a considerar a Morphy como el mejor jugador de todos los tiempos; no lo considera así, aún en contra de muchos entendidos que estiman a Morphy como el ajedrecista más fuerte que ha existido.

Capablanca expone su criterio en relación con esto y deja bien sentado su opinión personal al respecto: aunque era un fiel admirador del estilo de juego del norteamericano, no compartía la opinión de la mayoría al no ser un ciego fanático de Morphy como bien pudiera estimarse.

Esta opinión personal de Capablanca en contra de considerar a Morphy como el mejor jugador de todos los tiempos, refuerza sobremanera la validez que hace acerca de su estilo ajedrecístico al que incluso llega a llamarlo como el estilo perfecto.

Al trasladar este criterio de Capablanca a la práctica y enjuiciarlo a partir de sus propias partidas, vemos que el estilo de juego del cubano posee muchas de las características del juego de Morphy enunciadas en el artículo en cuestión.

La naturalidad para desarrollar las piezas en la apertura y conducir con sencillez las partidas, su alto concepto del juego posicional, su fina habilidad para defenderse, su capacidad para atacar en el momento preciso, así como su facilidad para jugar los finales, son un fiel reflejo de la influencia de Pablo Morphy en el estilo del extraordinario ajedrecista cubano.

Partida Nº 1
Blancas: Paul Morphy
Negras: Duque de Brunswick y Conde Isouard (en consulta)
Defensa Philidor
1.e4 e5 2.Cf3 d6 3.d4 Ag4 4.de Af3 5.Df3 de 6.Ac4 Cf6 7.Db3 De7 8.Cc3 c6 9.Ag5 b5 10.Cb5! cb 11.Ab5 Cbd7 12.OOO Td8 13.Td7! Td7 14.Td1 De6 15.Ad7 Cd7 16.Db8!! Cb8 17.Td8 mate.

Como curiosidad podemos añadir que la anterior partida se jugó en 1858 en el palco del Duque en la Opera de París, durante la representación de «El Barbero de Sevilla» y que  Morphy produjo una obra artística verdaderamente al nivel de la gran Opera.

Partida Nº 2
Simultáneas ofrecidas por Capablanca en Sao Pablo, Brasil, el día 16 de agosto de 1927.
Blancas: J. R. Capablanca
Negras: Dr. S. Campos
Defensa Irregular
1.e4 b6 2.d4 Ab7 3.Ad3 e6 4.Cf3 c5 5.OO cd 6.Cd4 Ce7 7.Cc3 Cg6 8.Ae3 Ac5 9.Dh5 OO 10.Tdd1 Ad4 11.Ad4 Cc6 12.Ae3 e5 13.Ac4 Rh8 14.Td6 De7 15.T1d1 Tad8 16.Ag5 f6 17.Dg6! hg 18.T6d3 Tf7 19.Cd5 Dc5 20.Th3 Rg8 21.Cf6 Rf8 22.Th8 Re7 23.Te8! Te8 24.Td7 Rf8 25.Tf7! MATE!

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