Fiel a los principios – Una anécdota de Capablanca y algo más

Nelson Pinal Borges

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“Es imposible comprender el Ajedrez sin mirarlo con los ojos de Capablanca”
  GM  M. Botvinnik, ex Campeón Mundial…

 

Con este artículo deseo compartir con los aficionados amantes del Ajedrez  una interesante e instructiva anécdota del ex Campeón mundial José Raúl Capablanca que escuché en La Habana hace más de 35 años por parte del Maestro Nacional Francisco Planas. En la misma se aprecia la fidelidad de Capablanca a los Principios fundamentales del Ajedrez.
Ante todo les diré que el Maestro Planas fue compañero de  Capablanca en el equipo que asistió a la Olimpíada Mundial celebrada en Argentina en el año 1939 y por varias décadas uno de los mejores jugadores cubanos; fue Capitán del Equipo Nacional que representó a Cuba en la Olimpíada Mundial de La Habana en 1966. Como jugador, Planas se destacó por ser un excelente estratega y un gran conocedor de los finales; estuvo participando en Campeonatos de Cuba hasta comienzos de los años 70, cuando la edad comenzó a limitar su nivel de juego. Posteriormente falleció en 1990.
El equipo cubano a la Olimpíada de Buenos Aires 1939.
 En la foto falta Capablanca
Buen conversador y de un carácter jovial y ameno, Planas fue muy querido por los ajedrecistas de varias generaciones y en general por todos los que tuvimos el privilegio de conocerlo y compartir con él en varias ocasiones. Personalmente tuve el honor de ser su discípulo por unas semanas, cuando en 1968 estuvo entrenando al equipo de mi provincia que intervendría en el Campeonato Nacional por equipos de 1968; posteriormente jugué con el en dos Campeonatos de Cuba. Siempre aprecié muy altamente sus sabios consejos.

Pues bien, resulta que la anécdota en cuestión nació en la Olimpíada de Buenos Aires, siendo sus actores principales Capablanca y Planas; la escuché del propio Planas en una de sus acostumbradas charlas con grupos de aficionados y maestros que se deleitaban con sus exposiciones. Dicha anécdota es muy instructiva y es una muestra de la importancia que le daba Capablanca a la inviolabilidad de los Principios generales del Ajedrez, destacados por el genial cubano en sus obras “Fundamentos del Ajedrez” y “Ultimas lecciones”.

La anécdota
Resulta que en una de las partidas de la Olimpíada, Planas fue derrotado después de soportar un ataque al Rey en el centro del tablero. (Planas no se enrocó) Al finalizar la ronda, el equipo se reunió para hacer el recuento y análisis de las partidas y Capablanca,  molesto por el resultado y sobretodo por la violación de un principio tan elemental como realizar el enroque lo antes posible, le preguntó al perdedor:
 -¿Y Usted, por qué no se enrocó?
 -¡No pude, no tuve tiempo!- respondió Planas.
 -¿Cómo que no tuvo tiempo? ¡Muéstreme la partida!  Le dijo Capablanca.
Así, al mostrar la partida a Capablanca, éste, en un momento de la exposición, interrumpe a Planas y exclama:
-¡Alto! ¡Ahora, enróquese!
Los miembros del equipo miraron a Capablanca en silencio, apreciando cuál era el momento de enrocar, lo que en realidad constituía una lección. Pero todos se sorprendieron aún más cuando Capablanca terminó la “lección” con un serio reproche:
 -¡¡La próxima vez, Usted pierde, pero se enroca……..!!     ¡¡Fiel a los Principios!!
Algo más de Capablanca en la Olimpíada
La Olimpiada de Buenos Aires 1939 fue especial: por primera vez se celebró fuera de Europa y coincidió con el inicio de la invasión nazi a Polonia que desató la Segunda guerra mundial. La conflagración impactó notablemente en el desarrollo del evento que será recordado por siempre como uno de los más polémicos de todos los tiempos.
El certamen argentino marcó el debut de Cuba en las Olimpiadas y la selección de los ajedrecistas que conformaron el equipo desató no pocas controversias en La Habana. El primer tablero lo defendería Capablanca. Su nivel de juego había descendido en la década del treinta –se había agudizado su hipertension arterial-, pero mantenía intacto su prestigio.
Capablanca vs Vassaux, Olimpíada 1939
Es de destacar que esta Olimpíada fue una de las últimas actuaciones en la brillante carrera del exCampeón Mundial; el equipo cubano logró clasificar para la Final A del evento y donde ocupó el onceno entre 15 finalistas. Individualmente, el genial cubano ganó 7 partidas y entabló 9, para lograr invicto el mejor resultado individual por encima del entonces Campeón Mundial A. Alekhine, V. Mikenas, G. Stahlberg,  V. Petrov P. Keres, S. Tartakower, entre otros formidables Maestros.

En la ceremonia de clausura de la Olimpiada ‑ganada por el equipo de Alemania‑, Capablanca recibió quizás la mayor ovación de su vida, cuando todos los asistentes ‑excepto Alekhine que abandonó disgustado el salón‑ lo aplaudieron incesantemente mientras el Presidente de la Argentina le entregaba la medalla de oro.

Artículo de la fecha sobre «la jugada» de Capablanca a Alekhine
Doce años atrás, en Buenos Aires, el ruso nacionalizado francés había vencido al entonces monarca cubano. Por más de una década Capablanca buscó una revancha que nunca recibió. Las relaciones de los dos estelares jugadores se deterioraron y en 1939 todavía seguían sin dirigirse la palabra. En la Olimpíada de Buenos Aires, el ansiado duelo entre ellos no llegó a celebrarse porque el cubano encontró una forma de molestar, una vez más, a su encarnizado rival: decidió descansar y en su lugar envió el jugador de peor desempeño del equipo, López Arce, quien rindió su rey ante Alekhine.
Sin embargo, a pesar de esa rivalidad hasta el final de sus vidas, ellos tuvieron palabras de elogios mutuos. «El doctor Alekhine siempre juega bien (…) el título de Campeón del mundo está en buenas manos», declaró Capablanca al perder el match de Argentina en 1927”.
Inicio del match Alekhine Capablanca, Buenos Aires
1927
«Desde cuando conocí a Capablanca, sabía que alguna vez el sería el Campeón y yo sería su lógico retador (…) y debo confesar que al conocer su propuesta del match, sentí renovados mis deseos de luchar contra Capablanca a quien admiraba y admiro mucho por su talento» manifestó el ruso al vencer en el match de 1927.
Posteriormente diría al conocer la muerte del cubano: «Ha muerto el más grande ajedrecista de todos los tiempos. Jamás volverá a nacer uno igual».

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