Abriendo el baúl de los recuerdos…honor a F. Planas

Nelson

Excepteur sint ocaecat cupidas proident sunt culpa quid officia desers mollit sed.

 

Agosto es un mes propicio para tomar vacaciones y de paso permanecer más tiempo en la casa, lo que permite realizar “cosas” que en el resto del año no se acometen. En mi caso, al comienzo de este caluroso mes, comencé a organizar documentos de todo tipo, principalmente de Economía y de Ajedrez, las dos profesiones a las que mayor tiempo he dedicado en mi vida.

Así tenemos que, organizando planillas de anotación de partidas de docenas de eventos ajedrecísticos, encontré una de hace 52 años que resulta ser significativa: la de mi partida con el Maestro Nacional Francisco Planas, una de las leyendas del ajedrez cubano.

Nelson Pinal vs Francisco Planas – Campeonato de Cuba 1971

Ese encuentro ocurrió en el Campeonato de Cuba celebrado en el Hotel Habana Libre de la capital cubana entre enero y febrero de 1971. Fue un evento todos contra todos con 22 jugadores clasificados para el torneo de mayor envergadura del ajedrez nacional.

Para entonces el maestro Planas tenía 62 años (06/04/1908) y yo participaba en mi primer Campeonato de Cuba, con 15 años, muy próximo a cumplir 16 (28/02/1955).  Independiente del resultado de la partida (fue tablas) lo importante a destacar es la diferencia de edad entre los dos rivales: 47 años.

El Maestro con cabellera blanca. Sentado delante, el autor de estas líneas – Semi final nac., La Habana 1968

En la actualidad las grandes diferencias de edades entre dos jugadores son relativamente común, debido a la promoción universal del juego y el desarrollo de potencias como China y la India, que poseen jugadores muy jóvenes de buen nivel. Sin embargo, si nos remontamos al comienzo de la década del 70 del siglo pasado, observar una partida en un evento de categoría, como el Campeonato Nacional de Cuba, entre jugadores con 47 años de diferencia no era un hecho frecuente, a no ser los casos de algunos jugadores soviéticos que se formaban en los Círculos de pioneros y desde muy jóvenes competían con rivales de más edad, o casos muy particulares en otros países.

Realmente fui privilegiado, con 15 años, de poder enfrentar a una gloria como el Maestro Planas, Campeón nacional en 1927 y 1929, compañero de Capablanca en el equipo que asistió a la Olimpíada Mundial Buenos Aires-1939 y capitán del conjunto que representó exitosamente a Cuba en la Olimpíada Mundial de La Habana 1966. Como jugador, el Maestro se destacó por ser un excelente estratega y un gran conocedor de los finales; estuvo participando en torneos hasta comienzos de los años 70, cuando la edad comenzó a limitar su nivel de juego. Posteriormente falleció en 1990.

Buen conversador y de un carácter jovial y ameno, Paco Planas fue muy querido por los ajedrecistas que tuvimos el privilegio de conocerlo y compartir con él. Personalmente tuve el honor de ser su discípulo por unas semanas, cuando en 1968 estuvo entrenando al equipo de mi provincia natal que intervendría en el Campeonato Nacional de 1968; además del citado encuentro de 1971, posteriormente nos enfrentamos en el fuerte Torneo Especial Manzanillo-1972.

Sentados de izquierda a derecha: Gerardo Lebredo, Pedro López, Juan Fernández, Alberto Soler, Rafael Torres, Francisco Planas, Alfredo Bueno, Daniel García, Nelson Pinal y Joaquín Díaz. De pie, de izquierda a derecha: Hugo Santa Cruz, Jesús Rodríguez Córdova, Arnaldo Valdés, Jorge Luis Rodríguez, Gilberto García, Guillermo Estévez, Eduardo Carralero, Alexis Álvarez, Ramón Domínguez y Guillermo García.

La anécdota de Capablanca y Planas en Buenos Aires 1939

(La anécdota la escuché del propio Maestro en una de sus acostumbradas charlas en las que nos deleitábamos con sus exposiciones)

Olimpíada Mundial, Buenos Aires 1939 – de izquierda a derecha: F. Planas, M. Alemán, María T. Mora (participante en el Campeonato Mundial Femenino), José R. Capablanca, R. Blanco y A. López.

Resulta que, en una de las partidas de la Olimpíada Mundial, Planas fue derrotado después de soportar un ataque al Rey en el centro del tablero. (Planas no se enrocó). Al finalizar la ronda, el equipo se reunió para hacer el análisis de las partidas y Capablanca,  molesto por el resultado y sobre todo por la violación de un principio tan elemental como realizar el enroque, le preguntó al Maestro Planas:

-¿Y Usted, por qué no se enrocó?

-¡No pude, no tuve tiempo!- respondió Planas.

-¿Cómo que no tuvo tiempo? ¡Muéstreme la partida!  Le dijo Capablanca.

Así, al mostrar la partida a Capablanca, éste, en un momento de la exposición, interrumpe a Planas y exclama:

-¡Alto! ¡Ahora, enróquese!

Los miembros del equipo miraron a Capablanca en silencio, apreciando cuál era el momento de enrocar, lo que en realidad constituía una lección. Pero todos se sorprendieron aún más cuando el genial cubano terminó la lección con un serio reproche:

-¡¡La próxima vez, Usted pierde, ¡¡pero se enroca…!!

subscribe to newsletter

Excepteur sint occaecat cupidatat no proident