Los “chessplayers shows”

Nelson Pinal Borges

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El ajedrez ha cambiado bastante en los últimos años: la aparición del Sistema de puntuación ELO, el ritmo de juego, la anotación de las partidas, los sistemas de competición y de desempates, la elaboración de los pareos, etc. Algunos cambios son producto de la introducción paulatina de la tecnología digital, del perfeccionamiento de las leyes del ajedrez, la comercialización y promoción del juego, y la incidencia de las redes sociales, entre otros factores.

Son cambios inevitables y mayormente positivos, que influyen en el deporte y otras esferas de la sociedad: el arte, la economía, la medicina, etc. Indudablemente son el resultado de la modernidad que nos acorrala cada día con mayor rigor desde que nos despertamos con un sonido digital para recordarnos que nos debemos a la tecnología desde que abrimos los ojos.

En el caso del ajedrez, la modernidad, además de las modificaciones puramente técnicas, metodológicas,  organizativas y de aprendizaje, provoca cambios en el comportamiento de los jugadores;  y entonces brotan los chessplayers shows, que de cierta forma convierten al Noble Juego en una especie de anti-ajedrez.

El anti-ajedrez

La conducta de los chessplayers shows en muchos casos tiende a afectar la mística tradicional y la belleza del deporte y va dejando atrás la era de ajedrecistas refinados, de buen vestir, muy decentes y con gran caudal cultural, muchos de ellos profesionales destacados en el Derecho, la Ingeniería, la Medicina, etc., en fin, personalidades del mundo de las Torres y los Alfiles que prestigian el deporte dentro y fuera del salón de juego.

San Petersburgo 1914 – Distinción y Prestigio

Entre los chessplayers shows existen tramposos, payasos y charlatanes, que han convertido al ajedrez en un entretenimiento alejado de su esencia como deporte,  ciencia y arte, contribuyendo lentamente a la pérdida de la prestancia y distinción que exhibe desde tiempos inmemoriales.

Tramposa

En la actualidad se constata en los “Torneos abiertos”,  que a veces es difícil identificar el sexo de un participante porque asiste con peinados, ropa, calzado, gorras y lentes estrafalarios, que dificulta reconocer su género y si estamos presenciando un evento de ajedrez o un circo. ¿Qué dirían Capablanca o Fischer, que se distinguían por su elegante forma de vestir y su diáfana masculinidad?

Otro caso singular y gracioso que se observa en los torneos (incluso de alto nivel) es el jugador payaso con ínfulas de actor; es digno de observar sobre todo cuando piensa su jugada: mira arriba y dice algunas palabras, lanza miradas perdidas hacia los lados, se concentra de nuevo, y repite el ciclo; casi siempre en la apertura, como realizando un acto de recordación divina, mientras su reloj avanza inexorablemente. Realmente es un “actor ajedrecista” que los sobrios Botvinnik o Smislov pensarían quizás, que le falta algún engranaje neuronal.

También están los que hacen gestos al rival, al jugador de al lado, o a él mismo frente al tablero. Es algo natural en algunos casos producto de la tensión nerviosa, pero el exceso de estas monerías acaricia la payasada y más, si lo están filmando para las redes sociales; ahí es donde se destaca como un buen chessplayers shows.

Y todos recordarán al extraordinario Gran Maestro Magnus Carlsen dormitando en plena partida de un Campeonato Mundial. Algo insensato para un jugador que debe ser ejemplo de buena conducta, particularmente para niños y jóvenes principiantes . No recuerdo a los ex-campeones mundiales, Tal o Petrosian, Spassky o Karpov, dormitar en una situación parecida.

 

Si hablamos de comicidad hay que ver videos para conocer nuevas palabras en el léxico ajedrecístico: Alfilete,  Peonete, y el Jaque Mate del tomate, entre otras. O decir en la narración de la partida “las fichas”,  sembrando la duda si refiere a otro juego de mesa. ¿Por qué no decir piezas de ajedrez?

El exceso de comentaristas con deseos de ser actores en YouTube afecta la comercialización y la enseñanza seria del buen ajedrez y algunos sorprenden con videos y libros como: “Trucos para ser capo en ajedrez” o “Trucos de aperturas para niños”. Pobres infantes que aprenderán el ajedrez a través de trucos y no de una metodología adecuada para progresar sin dejar lagunas en su aprendizaje. Si reapareciera Capablanca, ¿pensará que sus libros “Últimas lecciones”  y “Fundamentos del ajedrez” debería tirarlos al cesto de la basura?

La “degradación moderna” del Juego de Caballeros se acentúa con los tramposos. Hay un manantial de ejemplos, tanto en partidas presenciales como en juegos online. Los más comunes son los que tienen totalmente perdida la partida en línea y esperan gastar todo su tiempo en lugar de rendirse; lo hacen para molestar al rival que lo va a derrotar y quizás, para ver si se retira y ganar indignamente. Varios tramposos han sido descubiertos con dispositivos ocultos en el cuerpo y otros analizando la partida en el baño del local del torneo.

Existen jugadores en línea que alcanzan resultados de primer orden que jamás los lograrían en eventos presenciales, y de ahí surgen las protestas reclamando sanciones para los ajedrecistas desconocidos que terminan en lugares privilegiados por encima de maestros reconocidos.

Las trampas presenciales envuelven también a federativos y árbitros que se suman al ejército de los chessplayers shows que ofrecen prebendas para favorecer a determinados jugadores (sus muchachos) y otros que intercambian cargos y funciones por votos  para mantenerse de capos directivos, en detrimento de los resultados internacionales.

Un hecho reciente e insólito del anti-chess fue la ajedrecista rusa atrapada por las cámaras de seguridad del Campeonato de la República de Darguestán, untando mercurio en el rey de su rival, supuestamente en un intento de envenenamiento que obligó a los organizadores a trasladar a la víctima de emergencia a un hospital y sancionar de por vida a la agresora.

Otros chessplayers shows esconden celulares en zapatos o calcetines como sucedió hace unos días en un torneo abierto de la Universidad de Ciencias Hogeschool Zeeland, en los Países Bajos, cuando el pillo fue descubierto con el teléfono inteligente en un calcetín e iba con frecuencia al baño; él había derrotado a jugadores superiores a lo que generó la sospecha.

 

Estos ejemplos son suficientes para advertir los cambios ocurridos en el mundo del Juego Ciencia en los últimos años; se pueden enmarcar desde comienzo del siglo XX hasta nuestros días, donde la velocidad de las transformaciones anexas a la modernidad obra para bien del ajedrez en algunas ocasiones y en otras, deteriora la imagen y el prestigio ganado en más de 15 siglos de existencia.

Lamentablemente, aunque la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE) elabora normativas e integra Comisiones de Juego Limpio, Ética y Disciplina, para frenar la variedad y cantidad de chessplayers shows, es casi imposible la tarea de controlarlos en tiempo y espacio, y depende de los jugadores, federativos, instructores y árbitros honestos, evitar que el virus anti-ajedrez se propague con la intensidad de una pandemia universal.

Vestimenta inadecuada

Es triste y en ocasiones hasta genera hilaridad, pero es la realidad del mundo actual de Juego Ciencia y que se debe denunciar en bien de su histórica y bien ganada reputación.

 

 

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