La Incultura ajedrecística

Nelson

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“No discutas nunca con un idiota, la gente podría no notar la diferencia; el te obligará a bajar a su nivel y allí te derrotará con su experiencia»

Hace unos años escribí el artículo “La Cultura ajedrecística” donde plasmé algunos aspectos que el jugador de Ajedrez debe conocer  como complemento a su nivel práctico y que además le sirve para comprender mejor el Juego Ciencia.

Evidentemente, teniendo un mayor conocimiento cultural del Ajedrez, el jugador tiene una mejor base y está más capacitado para avanzar técnicamente.

Pero el presente trabajo se refiere a un tema muy parecido pero visto desde otra óptica.

Recientemente en una red social surgió una discusión sobre determinado tema del Ajedrez. Inicialmente no me integré a la misma, pero posteriormente al ver a muchas personas dando su criterio, pues me incorporé al debate y lei detenidamente cada uno de los juicios emitidos antes de dar mi opinión del asunto tratado.

A medidas que avanzaba la controversia fueron surgiendo los criterios de los “grandes filósofos enanos” –parodiando la hermosa canción de Alberto Cortez del compositor Pedro A. Palacios que en una estrofa dice: “Pero ven cuatro plantas florecidas esos grandes filósofos enanos…¡Y van y las destrozan inhumanos, cual rapaces querubes homicidas!- Esa estrofa en gran medida se puede aplicar a la Incultura ajedrecística.

En dicho debate, los filósofos ajedrecistas cada vez asombraban más con sus singulares juicios sobre el tema. Se llegó a decir, por poner dos ejemplos: uno: que Robert Bobby Fischer no fue de los mejores jugadores de todos los tiempos porque ganó el Campeonato Mundial y se retiró.

Amigos lectores, ¿Ustedes han escuchado esa barbaridad en alguna ocasión?

Match Fischer – Petrosian, Buenos Aires 1971
!Bobby le ganó cuatro partidas seguidas
 al sólido excampeón mundial!

Sobran las palabras; sólo es necesario decir que en la gran mayoría de las encuestas y en el inmenso caudal de opiniones expresadas por especialistas en todas partes del mundo, se distingue a Fischer, junto a Kasparov y Capablanca, entre los  tres mejores ajedrecistas de toda la Historia del Ajedrez. Sus  méritos, resultados y estadísticas lo confirman.

Otro criterio expresado: “Alexander Alekhine fue el padre ajedrecístico de José Raúl Capablanca porque el ruso-francés le ganó el match de 1927”. Bueno, nunca en más de 50 años como ajedrecista  había leído o escuchado semejante burrada. Solamente cabe señalar que en el score personal Capablanca aventajó a su formidable rival; Sin abundar en otros temas de sus respectivas carreras ajedrecísticas donde el cubano “lució mejor”.

El que desee puede decir que Alekhine fue superior a Capablanca;  es su opinión personal y se respeta;  pero no debe llegar al extremo de manifestar que el ruso-francés fue su padre en el Ajedrez…eso da risa y pena al mismo tiempo. No hay argumentos sólidos que permitan sustentar eso…es una opinión que de ahí no pasa, existen opiniones razonables para rebatir fehacientemente ese criterio.

Eternos rivales

En días recientes alguien comentó que M. Carlsen era un ejemplo como Campeón Mundial porque siempre jugaba a ganar y no «arreglaba» sus partida… o sea, que tal parece que otros Campeones mundiales vendían o regalaban partidas.

Entiendo que se puede halagar la gran combatividad del noruego, pero  un conocedor del Ajedrez, correctamente hubiera dicho que Carlsen en un ejemplo de luchador con gran talento para conducir el Medio Juego y los Finales. Realmente no conozco casos de Campeones anteriores «arreglando» partidas. No me imagino a Alekhine, Botvinnik, Petrosian, Fischer o Anand -por mencionar solamente 5 ex-Campeones mundiales- en ese rol. Ahí vemos otro «disparate cultural ajedrecístico» ya que en ese aspecto todos los ex han sido ejemplos, no solo el actual.

Los disparates expuestos anteriormente son ejemplos de la Incultura ajedrecística que padecemos todos, unos en mucho mayor medida que otros. Y no es sólo el resultado del abuso de la libre expresión en las redes sociales; en el caso del Ajedrez es producto del desconocimiento y la ignorancia, porque en el fondo, los “dueños” de esas barbaridades  no las expresan por maldad sino, porque sencillamente se creen –equivocadamente- culturalmente preparados para decirlas sin darse cuenta del error que cometen.

Muerte de Alexander Alekhine

«El doctor Alekhine siempre juega bien (…) el título de Campeón del mundo está en buenas manos», declaró Capablanca al perder el match de Argentina en 1927″

Por demás, hacen creer o se creen ellos únicamente, que sus criterios constituyen verdades absolutas y no dan margen a otras opiniones y llegan a extremos inauditos; una persona que ni su nombre recuerdo me retó a jugar un match para demostrarme que Alekhine era el padre ajedrecístico de Capablanca.

Capablanca jugando con su padre

No es un chiste, ¡es verdad!. Tal parece que la Incultura ajedrecística conlleva a tomar las cosas de forma personal y con mucha pasión cuando se refutan criterios errados con argumentos razonables y convincentes.

Otra persona me limitó a dar observaciones sobre Capablanca argumentando que yo era cubano. ¡Qué pena!, no comprende que el Ajedrez es Universal, que rompe barreras nacionales y xenofóbicas y que la parcialidad ajedrecística sólo tiene presencia en las mentes mediocres. ¿Cómo podemos calificar ese criterio?

Amigos, por leer tres libros y dos noticias de Ajedrez, pasar un cursito de verano, saber el Jaque Pastor o distinguir a Fischer de Smyslov,  no se logra una Cultura ajedrecística que le permita dar un criterio con nivel y altura. Tampoco se adquiere en un año, por participar en un evento de relativo nivel o jugar muy bien el rapid transit.

Capablanca
«Ha muerto el más grande ajedrecista de todos los tiempos. Jamás volverá a nacer uno igual», declaró Alekhine al conocer  la muerte de Capablanca

Pero hay más muestras de la Incultura ajedrecística. ¿Cuántas veces Usted no ha visto algún jugador de bajo nivel “meter las manos” sin ni siquiera pedir permiso, mientras dos Maestros analizan una partida? Además, dan su criterio al respecto como una verdad única y por encima de la de los jugadores que analizan su recién finalizada partida.

La Incultura Ajedrecística también está presente en diferentes aspectos del entrenamiento ajedrecístico. Es triste ver a un Entrenador darle clases a sus aprendices que sólo saben mover las piezas, enseñándole Aperturas cerradas, en lugar de inculcarle los verdaderos conceptos del Ajedrez, para que formen una base ajedrecística eficiente que le permita asimilar posteriormente la Teoría de las Aperturas

Un «gran» entrenador de Ajedrez

Una forma peculiar, simpática y condenable de Incultura Ajedrecística, es plagiar un libro de Ajedrez pensando que nadie observará que el verdadero autor es un Maestro reconocido. Eso es capaz de hacerlo alguien que no se imagina que lo descubrirán rápidamente, pero como su formación ajedrecística es muy escasa, piensa que cambiándole el título y haciendo un nuevo prólogo a «su libro»  nadie revelará la verdadera autenticidad del mismo.

El plagio es condenable ante la Ley

Otra forma de Incultura es el irrespeto a determinados jugadores. He visto de cerca como ajedrecistas de escaso nivel y sin historial ninguno, pues discuten y “tratan” a un Gran Maestro sin consideración a su título y carrera ajedrecística, sin respetar la jerarquía, los conocimientos y el título que “el tiene y Usted no”.

En el Derecho, la Medicina, en la Música y en otras ramas del saber, la Cultura y el Deporte, se respetan los títulos como una muestra no sólo de educación, sino de consideración al que ha llegado donde Usted no ha podido.. Es un principio elemental de respeto y educación.

¿Usted no cree que a Lionel Messi, o Rafael Nadal en el deporte, a Paul McCartney o Elton John en la música, o a un premio Nobel de Matemáticas o Medicina, sus homólogos lo tratan con una justificada distinción? En el Ajedrez como en el Arte, el Deporte, etc. hay niveles de jerarquías y éstos se deben respetar.

El ex-Beatle Paul McCartney con
 2900 de ELO musical

¿Entonces por qué no a un GM de Ajedrez? Claro, esto sucede solamente en los lugares donde la Incultura ajedrecística tiene adeptos, que por suerte, cada día son menos porque el nivel educacional y cultural de la humanidad se eleva constantemente y el Ajedrez no escapa a ese proceso.

En la mayoría de los casos, la Incultura ajedrecística es producto del desconocimiento integral del mundo del Ajedrez, ya sea de su Historia y Evolución, de temas técnicos importantes y de otros factores prácticos e intelectuales que se necesitan para formarse un verdadero curiculum personal, sin menospreciar la experiencia que sólo se adquiere con los años y que como todos sabemos,  no se improvisa.

¿Y qué pasa con la Incultura de los ajedrecistas? Sencillo, sus seguidores empañan el desarrollo sano del Ajedrez en cualquier localidad o país. Además, no contribuyen con el  nivel cultural y práctico del mismo en sentido general e incluso, le trasmiten a las nuevas generaciones conocimientos y criterios errados sobre el Juego Ciencia.

Debemos saber hasta dónde llegan nuestros conocimientos para poder emitir un juicio,  valorar una posición, respetar un título superior al nuestro, dar una instructiva clase de Ajedrez y comportarnos no más allá de lo que nos permite nuestra hoja de vida ajedrecística y así evitar las muestras de nuestra Incultura ajedrecística, que además, también es un reflejo de nuestro nivel educacional.

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